lunes, 21 de abril de 2008

"Tu que quitas el pecado del mundo..."


El segundo día de asistencia al BAFICI me encontró mas relajada y familiarizada con el ambiente. Afortunadamente llegué con anticipación, hecho que me permitió acceder a una buena ubicación en la sala, puesto que a diferencia del día anterior era notoria la cantidad de gente que iba a presenciar la presentación de "Cordero de Dios", el film de Lucía Cedrón.

En un principio me sorprendió mucho la cantidad de gente y el despliegue de seguridad con la que me iba topando a medida que accedía lentamente hacia los distintos niveles del edificio que nos conducían a la sala.

Cuando ingresé al auditorio por supuesto, el enigma se resolvió: era la última noche de proyección de producciones argentinas, y a la vez el pre-estreno de ésta película. Tanto la directora, productores, como los actores del film se encontraban en la sala mirando con nosotros el estreno.

Al finalizar la proyección, los espectadores tendríamos la posibilidad de hablar con los protagonistas, emitir opiniones y disiparnos inquietudes.

Cabe mencionar, que este día fue totalmente diferente al anterior: el ánimo tranquilo e intelectual del sábado contrastaba con el revuelo de ese domingo. El público era distinto, se respiraba "cholulismo" y muchas expectativas a diferencia de la serenidad del día anterior (debo reconocer que yo también estaba emocionada).

Para mi pesar, en la butaca de al lado moraba una cinéfila de unos setenta años que - me comentó- había sacado entrada para cuarenta y dos de las películas del festival, y que no escatimó en hacerme comentarios durante la proyección. De todas formas el hecho tomado con humor no me resultó tan drástico, si al fin y al cabo yo estaba experimentando.

El film, mucho mas familiar, me resultó atrapante tanto en su relato como en su estética, hubo inclusive varios recursos de imagen que me hicieron estremecer.

El hecho particular de contar con el relato de la directora y los actores sobre como fue la realización del film logro una cercanía con la historia , y la posibilidad - que no todos tenemos al terminar de ver una película- de disiparnos las dudas y coincidir en las interpretaciones de la misma.

Graciosamente no faltaron ansiosos preguntando por una segunda parte, comentarios entre otros, que provocarían la risa de lo protagonistas.

De pura "suerte de principiante", viví una experiencia novedosa y maravillosa para mi. Una manera distinta de ver el cine argentino.
Nota: Lucía Cedrón . Nació en Buenos Aires en 1974, hija del cineasta Jorge Cedrón (1942-1980). Creció y se educó en París. Es historiadora e investigadora. Su corto En ausencia (2002), recibió un Oso de Plata en Berlín. Cordero de Dios es su debut en el largometraje.

lunes, 14 de abril de 2008

Viajar conmigo misma



Un viaje muy significativo para mi fue aquel que realicé hacia la ciudad de Carmen de Patagones hace tan sólo unos meses. Breve viaje, cinco días apenas, marcaron un hecho particular en mi vida puesto que debí aventurarme sola por esas rutas.

El mismo surgió a través de una posibilidad en el trabajo de contactar unos clientes en esta región, junto con la idea de un viaje totalmente diferente en lo particular.

Recorrer las rutas, los paisajes, adentrarme en las montañas, y transitar por distintos pueblos, con frecuencia fueron hechos sumamente placenteros para mi, siempre y cuando me aventurase a los mismos acompañada por amigos o personas que lograsen mantener ese efecto ilusorio de familiaridad que uno parece querer encontrar cuando está lejos.

Llegué en los primeros minutos de un día que recién despertaba, sin mapas ni noción de las distancias, con horas de ocio como preámbulo de reuniones tardías que importunaban esa calma. Llegué cargada de rutinas porteñas, de ansias por encontrar contratiempos, de pasos acelerados y la agitación del eco de la ciudad.

Me encontré en cambio con un aire de ensueño que invitaba a recorrer en lugar de caminar, a mirar en lugar de ver, a conversar en lugar de emitir palabras.

Viajé así, y viajaron lejos mis malos modales " rutinizados", mis desganas de cordialidad, y me encontré con el pueblo, con su gente, sus costumbres, me encontré también conmigo, con mis mañas y virtudes. Y eso me agradó, me agradó mucho.

Simpleza, tradición, un sol cálido y aguas calmas, elementos que hicieron que la estadía raramente y al fin de cuentas resultase mas que familiar, y que me sienta verdaderamente a gusto de haber viajado " conmigo misma".

lunes, 7 de abril de 2008

Escaleras al cielo

No se si han observado ustedes a los grandes escaladores que emergen a diario de los túneles subterráneos de la "Buenos Aires porteña".
De variados gustos si los hay, es como si quisieran contarnos " de qué van" animosamente en su día:
Los unos se dejan llevar, un sólo paso y que la mecánica haga el resto...poco esfuerzo en los tiempos modernos. Los otros, se obstinan paso a paso sin detenerse, no miran, no piensan; solo se aseguran de estar dando el paso firme y continuo que los llevará hacia el rumbo elegido.
Terceros no olvidar, que lejos de la tecnología y mas cerca del " escalón por escalón" transforman su ascenso en una gran meditación: de paso cansado por si acaso, se toman hasta el tiempo del ocaso, para completar su tarea y subir esa escalera.
No se si lo han observado ustedes, yo si. Mientras tanto, voy bajando...