martes, 16 de septiembre de 2008

"Todo es cuestión de humor"


“Operación ja ja”

“En francés se dice “claque”, como aplauso, pero en la Argentina muto en “clac”: así se llama a los reidores de televisión, profesionales de la carcajada que no sólo acompañan sino que otorgan verdadero sentido a los chistes en TV.”
De esta forma Carolina Raymundez comienza a introducir unas líneas de lo que será motivo de su crónica, “La operación ja ja". Una crónica sobre aquellas personas que trabajan “de reírse”, como dice ella: “… para dar verdadero sentido a los chistes en la televisión.”
Así Carolina, cual fiel crónica, nos ofrece una visión de este mundo que ante los ojos ajenos parecía desapercibida.
En una visita hacia los estudios de canal nueve, nos relata y logra inmiscuirnos en el jocoso clima laboral de éstos extraños pero tan necesarios trabajadores de la televisión.
Entre descripciones, información y testimonios, va transportando al lector dentro de este mundo que camina en la delgada línea roja de lo tragicómico. Este mundo que tanto se parece al de aquel clown que hace reír en los circos.
Personas que ríen para hacer reír, pero cuya vida, en la mayoría de los casos, nada tiene de cómico.
Personas que por un par de horas deben olvidar todo para esbozar su carcajada mas perfecta, simulando que todo es alegría en sus vidas.
En una acertada crónica, Carolina nos ilumina el mundo de los que están detrás, de los que están en la oscuridad, esperando día a día salir a la luz con un explosivo golpe de suerte, golpe que pocos tienen la alegría de experimentar.
Debo reconocer que a medida que fui abordando el relato de Raymundez no pude evitar sentir ese dejo de nostalgia y desazón que transmitía cada uno de los testimonios que se develaban en la narración.
Al escuchar cada historia me fui adentrando en el triste universo de aquellos payasos de un circo del que no son dueños, de aquellas personitas acostumbradas a reír por fuera y llorar por dentro.
Antes de leer esta crónica, me encontré varias veces preguntándome por el mundo de los reidores, un mundo oculto y desconocido, al que con suerte y en los últimos tiempos, algunos programas han dado un espacio de participación mayor.
Programas informales, programas indomables, programas que nos permiten en definitiva, ver varios de esos rostros ocultos.
Con el mundo del reidor sentí lo mismo que con el universo del payaso: ...que vive en otro mundo, que trabaja de jugar a divertirse... pero creo que justamente ahí esta la cuestión: “jugar a divertirse”... no divertirse realmente.
Mis ojos se entristecieron con cada testimonio: “Es como cualquier trabajo, estas ocho horas por día, recibiendo órdenes de cuando te tenés que reír y cuando callar.” Las emociones dirigidas.
¡Que feo! Reír sin ganas, reír por orden. Es como el trabajo de la prostituta que tiene sexo sin amor, sin placer, sin ganas.
Trabajar de reír, esperar en la oscuridad que algún día algún productor los vea y los saque del detrás. Estar siempre a la espera... riendo.
En una crónica que alterna entre descripciones acertadas, testimonios, transmisión de sensaciones e información, Carolina me permitió trasladarme varias veces, imaginar mundos, imaginar rostros, imaginar sueños, que siguen y seguirán detrás de las luces.
“Acá te olvidas de todo”.
“Me río como si me gustara, como si en verdad me divirtiera. No podría trabajar en otra cosa, este es mi mundo. Yo estoy rodando mi sueño, algún día voy a dar en el blanco.”
Algunas de las frases que esbozan en su testimonio los reidores. Personas, trabajadores, que como dice Raymundez, de alguna manera tienen su tajada en el show de la televisión.

sábado, 13 de septiembre de 2008

" Estación Central" (de Brasil)


“Estación central”: la historia de una mujer invadida por la soledad y un niño que tras la fatal perdida de su madre se enfrenta a los vestigios de esa misma circunstancia, la búsqueda de un padre al que jamás conoció, la incertidumbre y un sueño… el tener una familia, el pertenecer a alguien.
En este contexto se desarrolla la historia de estos dos personajes, un niño huérfano y una mujer solitaria que unen sus vidas casi por azar del destino y emprenden así un viaje hacia una nueva promesa.
Isadora trabaja en la estación central de Brasil, en un discreto puesto en el que escribe cartas para quien solicite sus servicios. Josué la conoce en ése lugar, justamente el mismo ámbito en el que se desarrolla la trágica y accidental muerte de su madre.
A partir de ese instante el niño queda solo, a la deriva, sin nadie a quien acudir, sin más rostro familiar que el de aquella mujer de la estación, mujer que por momentos odia, que por momentos aprecia… la mujer de las cartas.
Ella, ruda pero sensible, malhumorada pero benevolente sabe que es el único refugio para la soledad del niño, y éste, la única compañía para la de ella.
En un intento por sacarlo de la estación Isadora lo lleva a su hogar, en un intento por sacarlo de su hogar lo vende a traficantes de órganos, en un intento por sacarlo del trafico de órganos arriesga su vida y lo rescata. Ambos emprenden así un viaje, ella por huir de los traficantes, él por buscar a su padre. Ella por ayudarlo a encontrar a su familia, él por pertenecer a alguien.
Sin embargo algo se esconde detrás estas historias de azar y destino. ¿Pero que es lo que realmente los une en el camino?
¿Es acaso la soledad un sentimiento universal del que todo ser humano intenta escapar?
En cierto modo así parece ser. Un niño sólo necesita encontrar su lugar, sentir que pertenece a alguien o a algo, necesita aferrarse a alguien para aferrarse a la vida, para encontrar su “lei motive”.
Isadora no lo reconoce, pero también necesita de algo mas que de sus cartas, de su humilde departamento, y de su vida insatisfecha. Necesita de un amor, de un motivo. Porque en definitiva es el amor el que mueve al mundo, claro que si. Porque en definitiva todos necesitamos tener espectadores para sentirnos protagonistas de nuestra propia historia.
¿Será por eso que en su viaje intentan dejarse mutuamente en varias tentativas y no logran conseguirlo?
¿Será por eso que aunque discutan todo el tiempo nunca dejan de cuidarse?
¿Será por eso que llegar a quererse tanto?
¿Será por eso que el la quiere como un hijo y la protege como un padre?
¿Será por eso que ella lo protege como a un hijo y lo quiere como compañero de ruta?
En una relación entre personas tan diferentes entre si, con historias tan distintas, un punto los une en esa sideral desconexión, ese instinto que todo ser humano tiene, el instinto de amar, con todo lo que eso implica, el instinto de proteger, con todo lo que el termino incumbe.
Es por eso mismo, que mas allá de todo desencuentro y desenlace final, el fondo de ésta historia termina por demostrar que nadie puede ser tan duro como parece si esta cargado de buenas intenciones, y que no hay corazón tan rígido que no pueda ser traspasado con amor y confianza.
Si ésta es una historia de amor, azar o destino, si es una simple historia de vida mas, si es el fragmento de un simple viaje o el intento por mostrar la realidad de dos personas de la clase baja de Brasil, queda a juicio del espectador.
Lo que no se puede negar es que ésta simple pero profunda historia está cargada de sentimientos y emociones que todos los seres humanos somos capaces de experimentar.