lunes, 5 de mayo de 2008

Citas sobre viajes: reflexiones y algo mas II

“…y aquel fue un momento inequívoco en mi vida, el mas extraño momento de todos, en el que no sabía quién era yo mismo: estaba lejos de casa, obsesionado, cansado por el viaje, en la habitación de un hotel barato, que nunca había visto antes, oyendo los siseos del vapor afuera, y el crujir de la vieja madera del hotel, y pisadas en el piso de arriba, y todos los ruidos tristes posibles, y miraba hacia el techo lleno de grietas y auténticamente no supe quien era yo durante unos quince extraños segundos. No estaba asustado; simplemente era otra persona, un extraño, y mi vida entera era una vida fantasmal, la vida de un fantasma. Estaba a medio camino atravesando América, entre la línea divisoria entre el Este de mi juventud y el Oeste de mi futuro, y quizás por esto sucedía aquello allí y entonces, aquel extraño atardecer rojo”.
Jack Kerouac, En el camino


Al leer la siguiente cita es inevitable la aparición de una primera idea: vivimos asociados a lugares, “somos” según el lugar en que nos movemos o nos encontramos en ese instante. Cada uno de esos lugares nos marca el modo en que nos tenemos que comportar y el rol que jugamos; es como si todo estuviera perfectamente planificado y cada uno tuviese su papel en la obra.
Sin embargo me pregunto: ¿que pasa cuando estamos en un lugar desconocido, en un lugar en el que no habíamos estado nunca antes, poco familiar para nosotros? ¿Qué pasa ahí con nuestra identidad, con nuestro rol, con lo que somos solo a partir de nosotros mismos y no en relación con el lugar y los otros?
¿Qué pasa cuando salimos del lugar común y nos encontramos no sólo con que desconocemos el territorio, sino con que nos desconocemos también a nosotros mismos?
Cuando no sabemos quien podemos llegar a ser en ese lugar, o quien podemos llegar a ser para los otros.
Y se me representa entonces, de solo imaginarlo, una sensación de desesperación, un instante que es casi como un destello en el que pareciéramos salirnos de la “matrix” y encontrarnos ante otra realidad, ante un perfecto desconocido, ante nosotros mismos. Como si nos desasociáramos de la asociación en la que vivimos sumergidos, si es que lo hacemos.
Y he aquí otra pregunta: ¿cual es la realidad?
No logro discernir si será la de uno mismo desorientado en un cuarto desconocido, temeroso a los ruidos extraños, víctima de ese instante, o la de aquel extraño que nos mira desde afuera en total desconexión con la persona. El alma mirando al cuerpo extraño.
¿Qué pasa cuando sentimos algo así? ¿Es un haz de luz que nos permite quizá por única vez en la vida ver la realidad, o es el engaño de nuestros ojos ante el temor del cambio?
Creo que todo depende del punto de vista en que se lo mire.

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